Jorge y Gloria se casaron demasiado jóvenes. Los padres fracasaron en sus reiterados intentos tendientes a postergar la celebración del matrimonio hasta un  momento en que la madurez coincidiera con la desbordante pasión de la pareja y el acto se concreto a los dieciséis años de los novios con la reticente autorización paterna.-

 

La relación de los primeros tiempos parecía restar validez a las precauciones de los progenitores pero las circunstancias fueron cambiando a medida que la familia se agrandaba por el nacimiento casi sin solución de continuidad de cuatro niños que cambiaron la vida de Gloria y el genio de Jorge.-
El llanto de los niños por las noches, las dificultades económicas, la excesiva incursión de Jorge en el alcohol, lo había transformado en un hombre de pésimo carácter, violento, abusador.-
Insultos y Golpes eran cosas de todos los días para Gloria. El tormento se había instalado en su diario acontecer y todo hacía predecir que había llegado para quedarse.
Sus antebrazos quebrados eran muestra manifiesta de las golpizas propinadas por Jorge en cada maldita Jornada.
Frecuente visitante del hospital y la comisaría siempre la caída infortunada era la excusa para ocultar la agresión salvaje de Jorge.
Maniático de la limpieza al regresar de sus changas cotidianas pasaba revista a la higiene de la casa. Desde la cocina hasta el baño y siempre su dedo que encontraba el poco de polvo necesario que precedía el golpe con destino a la humanidad de Gloria.
Cada mañana Gloria debía levantarse a las cinco para preparar la ropa de trabajo de Jorge, los mates de rigor y todo lo necesario. Un mate demasiado caliente le costó a Gloria tres dientes y una hemorragia que tardo en cesar.
Una tarde Jorge llegó a la casa furioso, había quedado sin trabajo en el peor momento. El beso de Gloria que sale a darle la bienvenida fue una frágil mariposa sin destino. Un empujón de Jorge la hizo trastabillar hasta caer. Con la locura marcada en su rostro mira el piso y se lanza sobre Gloria como si fuera la presa tan buscada. La toma del cuello la levanta hasta la altura de su cabeza y la arroja contra la pared. Ya en el suelo comienza a patearla sin pausa y con ferocidad hasta que Gloria deja de defenderse.
Los ojos de Gloria exageradamente abiertos, su rostro bañado en sangre, su cuerpo inmóvil, indicaban que sus penurias habían llegado a su fin para siempre.
Los vecinos alertados por los insultos de Jorge y los gritos de Gloria habían llamado a la policía, que ingresa sin tocar a la puerta y sometiendo a Jorge que se resistió como un animal herido.
El oficial se acercó al cuerpo de Gloria y comprobó que había muerto.
Se levanta enfrenta a Jorge y le grita ¡Porqué hijo de puta! ¡Porqué mataste a tu mujer!
Porque era una dejada, una sucia, una maldita descuidada. ¡Mire el piso Oficial!, ¡Mire el piso!
El oficial dirige su mirada al piso y dos hormigas negras intentaban con esfuerzo llevar pedacitos de hoja arrancados al malvón plantado al bore del patio.
¡Vio oficial, Vio! gritó Jorge
¡La casa llena de hormigas y ella como si nada!