Juan era inmensamente feliz. A los treinta y cinco años había conseguido casi todo lo apetecido en sus sueños adolescentes.Era un abogado exitoso, un escritor incipiente pero con gran futuro. Ya había publicado dos novelas que se habían agotado apenas asomaron en los estantes de la librería. Se había consolidado socialmente.

Participaba de varias instituciones de trascendencia y con diversos objetivos desde desarrollar el deporte hasta estimular la literatura en todas sus facetas.
Se relación con Susana pasaba por su mejor momento. Vivian juntos desde hacia dos años y esperaba que esa cariñosa unión se transformara en formal matrimonio hacia fin de año.
Necesitado de personal con conocimientos jurídicos importantes contrata a Mariel, una joven y seductora abogada.
Mariel era una bellísima mujer de largo cabello negro, ojos grises, esbelta y un cuerpo sin objeciones.
El tono de su voz provocaba que cualquier frase que saliera de su boca fuera una invitación al romance suave, misteriosa, profunda. Imposible resistirse a cualquier reclamo de la dama.
Su inteligencia realzaba su discurso, siempre atinado, sin sorpresas, justo, la solución adecuada.
Desde el mismo momento que Juan conoció a Mariel se sintió atraído por ella, jamás pudo disimular la turbación que le provocaba su sola presencia. Los gestos, la mirada, el enrojeciendo de su tez, el titubeo al hablar ante cualquier requerimiento de Mariel, ponía en evidencia el interés relevante de Juan ante la nueva profesional..
Mariel alentaba el sentimiento que había despertado en Juan empleando cuanto ardid de seducción integraba su romántico arsenal para conmoverlo permanentemente, así, comentarios atrevidos, sonrisas pícaras, gestos insinuantes fueron conformando una instigación al encuentro intimo que no tardó en ocurrir.
Un almuerzo de trabajo fue el disparador, la excusa perfecta buscada por ambos para hablar reservadamente, para intentar un mutuo conocimiento sin curiosos a la vista.
Ya en el aperitivo la mano de Mariel se posó sobre la de Juan quien la acepto complacido y sonriente. Un vínculo amoroso previsible nacía en ese mismo momento y culminó en la habitación 16 del hotel contiguo al restaurante.
Toda una tarde de pasión y la promesa de repetirla a la brevedad al tiempo de la cariñosa despedida.
Al día siguiente Gloria, la secretaria de toda la vida de Juan e intima amiga de Susana no tardó en adivinar la aventura de Juan y Mariel.
Ese desliz era un acto de extrema traición contra Susana y estaría alerta al desarrollo de tamaña infidelidad.
En las semanas siguientes los almuerzos de trabajo se hicieron sumamente frecuentes pero poco a poco Juan iba perdiendo el interés en Mariel. Se sentía culpable. Susana no se merecía la infidelidad y finalmente decidió terminar la relación. Había sido interesante y placentera pero debía acabar. Tanto así que decidió adelantar el matrimonio con Susana. No quería más vínculos anómalos. Deseaba sentar cabeza, formar una familia y disfrutar de ella.
Mientras tanto Gloria estaba llena de ira por la actitud de Juan y sus encuentros con Mariel. Se convenció que Juan era un hombre inestable, que haría infeliz a Susana y decidió entrar en acción. Así la blanca hoja se lleno de detalles de los encuentros, frecuencia, lugares de cita, todo lo que había podido recolectar sobre el affaire. Lo coloca en un sobre ingeniándoselas para hacérselo llegar a Susana.
Acababa de concretar el acto justiciero cundo aparece Juan en la oficina con dos botellas del mejor champán y anuncia a sus empleados que en dos días contraía matrimonio con Susana. Abrió las botellas y a festejar.
Gloria creía que moría. El corazón se aceleró, su presión llegó a las más altas cumbres, le dijo a Juan que la disculpara que no se sentía bien y voló al departamento de Juan y Susana.

Golpeó con ansiedad la puerta e inmediatamente le abrió una sonriente Susana

- Hola Gloria, que gusto verte. ¿Que haces aquí? dijo Susana

- Mira Susana, creo que cometí un error no recibiste algún sobre del Estudio.

- ¡Ah sí! afirmó Susana. Lo pasaron por abajo de la puerta. Ese que está en la mesa ratono agrega Susana e inmediatamente lo toma y expresa ¡Ya lo abro!

- Gloria creyó por segunda vez en el mismo día que se moría. Las piernas le temblaban, lágrimas asomaban en sus ojos enrojecidos mientras Susana sin cuidado rompió el sobre y comenzó a leer. Silencio sepulcral. Al culminar la lectura Susana se sonrió a la vez que le decía a Gloria.

- Querida amiga, decile a Juan que no tengo nada que ver con la firma MERCADER y por más que me intime no tengo el dinero para abonar esta abultada cuenta.

Gloria no entendía nada, le arrebató la nota de la mano a Susana y lee en el encabezamiento con letras catástrofes las palabras ULTIMO AVISO. Respiro aliviada. Era una bendita intimación. Un maravilloso error. Estaba salvada.  La felicidad inundó su rostro.

- Ay, disculpá Susana, es un reclamo importante y yo cometí el error. No sé porque te la mandé a vos.

- Cabecita de novia dijo Susana

- Eso Novia, exclamo Gloria. Te felicito Susana por tu matrimonio que anunció Juan Serán muy felices. Juan es un gran tipo. Nos vemos Susy. Chau.

- Chau Gloria.

Gloria llega a la oficina más tranquila pero preguntándose que había pasado con la nota a Susana.

Apenas Entra Juan la llama a su despacho advirtiendo un todo de enojo en su voz

- ¡La nota de Susana pensó! ¡Juan la encontró!

Por tercera vez en el día sintió morir, entregada ingreso al despacho de Juan.

-Si Juan dijo Gloria.

-Querida Amiga dijo Juan. Quería invitarte especialmente para la reunión intima después del casamiento por Iglesia. En nuestro departamento por supuesto.-

- Gracias Juan dijo Gloria. ¿Algo más? preguntó

- No nada más. ¡Ah! exclamó Juan. En la correspondencia que hoy me alcanzaste estaba este sobre cerrado y en  blanco que reconocí como los que vos utilizas para tus asuntos personales. Obviamente no lo abrí soy todo un caballero. Admito que la curiosidad me mataba. ¿Quien es el afortunado?

- Ah no. Es un gran secreto Juan. Nunca lo sabrás. Nunca lo sabrás exclamó Gloria mientras arrojaba el sobre al fondo de su cartera.