El licenciado Miguel Rayé llegó a su consultorio. Obsesivo compulsivo, comprobó que los diez lápices de distinto colores estuvieran acomodados en el orden pertinente, todos el mismo largo, idéntico grosor, el libro de visitas debía estar colocado con la base a la misma altura de los lápices, la agenda diez centímetros más arriba, hecho comprobado diariamente y en forma personal con una pequeña regla de plástico.

 -Del estudio del Dr. Cuervo-
Doctrina y Jurisprudencia
 
Como siempre la mesa de entrada del estudio del Dr. Cuervo estaba atestada de victimas. Entre ellas se destacaba una morocha de ojos verdes, delgada, que no podía dejar de chusmear con sus compañeras del rebaño.

 - Mirá Juan, Cecilia me tiene harto. No me deja en paz, sus celos convirtieron mi vida en un infierno.
- No seas cínico Jorge. Si Cecilia está celosa tiene motivos más que suficientes.
- Vos sabés que gustan las mujeres. Soy un adicto al sexo. ¡Si Tiger puede yo también!
- Porque Tiger tiene toda la plata del mundo y vos sos un atorrante. Un vago con buen verso.

Gustavo estaba destruido. Hundido en la miseria, sin trabajo, sin techo, con ropa vieja y gastada, zapatos con enormes agujeros en la suela que cubría con varias hojas de papel de diario, barba de varios días y el sonido del portazo del último lugar donde había acudido buscando una labor digna, para ganarse el pan de cada día